
Ya han operado a mi compañera P, gracias a Dios y a los cirujanos ha salido bien.
Ahora esta dolorida, pero esto es normal. Su familia esta contenta y tranquila, y todos mis compañeros también.
Después de esto que era importante, la mañana en el trabajo a transcurrido un poco alterada. La causa como siempre es el carácter de cada uno para afrontar el trabajo cotidiano, que suele ser abundante.
Es cierto que varios han comentado que no habían dormido bien, por distintas causas (la madre impedida, dolor de espalda, toda la noche dándole vueltas a una preocupación, el niño que lloraba, etc), yo tampoco he descansado bien, dicho sea de paso. Pero a pesar de esta casualidad cada uno lo ha manifestado de diversos modos: unos con el comportamiento habitual de cada día, otros muy acelerados mandando y pidiendo la misma cosa a varias personas, otros protestando porque les molesta todo, etc.
Y de todo esto, que te va "calentando" aunque solo sea por dentro, hoy me quedo con la imagen de un niño marroquí de ocho añitos, que nació enfermo, al que le han realizado un trasplante de medula, y que se le nota en la cara lo que lleva pasado en su corta vida; con poquito pelo, que le esta empezando de nuevo a crecer, la carita inflamada por los corticoides y que cuando se ha marchado ha dicho: adiós y muchas gracias doctora.
Creo que los enfados, las prisas, las quejas, una noche sin descansar, no tienen la mas mínima importancia. ¿O estoy equivocada?
Qué cierto!! Se ha perdido tanto lo de dar las gracias, que cuando te las dan, sobre todo los niños.... te extraña gratamente, y te hace sentir súper bien.
ResponderEliminar