domingo, 29 de mayo de 2011

Correr

Esta semana, en mi trabajo, he hablado con varios pacientes que han vivido en primera persona el terremoto de Lorca. Algunos han perdido la casa, otros la de sus familiares, otros la van a perder.

En todos he apreciado una gran entereza, deseos de arrimar el hombro para que cuanto antes vuelva todo a la "normalidad", aunque son conscientes de que será necesario mucho tiempo.

La sensación de miedo la siguen teniendo, porque es una experiencia muy fuerte.

La realidad es que lo duro empieza ahora, cuando se van retirando los voluntarios, el ejercito, los servicios ciudadanos de emergencias, los medios de comunicación, etc. Son ellos los que tienen que sacar adelante el día a día, incluso con el rápido "olvido" de lo que ha ocurrido.

¡Todo ocurre tan de prisa! No hace un mes que ocurrió y ya hemos pasado a otros asuntos: otras catástrofes (tifones, inundaciones, incendios), las elecciones municipales, los campamentos de "indignados", e incluso la "champion" del Barcelona)

Así somos los humanos, llevamos tanta velocidad en la vida que no se si somos capaces de disfrutar de lo bueno que nos depara lo cotidiano.

jueves, 19 de mayo de 2011

Esperanza

Cada poco tiempo "la madre naturaleza", como dice una compañera de trabajo, nos da un aviso: un terremoto (Japón, Lorca...), inundaciones, etc.
Al día siguiente del terremoto de Lorca, comentó ¿que estamos haciendo mal para que la madre naturaleza responda así?.

Después vinieron comentarios como: Hay que valorar mas lo que tenemos, lo pequeño, lo cotidiano; no merece la pena las "preocupaciones" que muchas veces nos "inventamos", etc.

Otras como: Hay que vivir al día y disfrutar porque en nada se te va todo...

Pero lo cierto es que vamos tan rápidos, que ya hemos olvidado el terremoto de Japón y en pocos días será historia el de Lorca.

Yo tengo muy presente el desastre de Lorca por varios motivos: mi cuñada es lorquina, tengo amigos lorquinos, y cada día vienen a la consulta enfermos que han vivido en primera persona esta catástrofe, y cada día me emociono por lo que cuentan.

Solo puedo darles animo, facilitarles todo lo que puedo en mi trabajo, y también rezar por ellos.

También me emociona las muestras de solidaridad de tanta gente e instituciones, y sobre todo de mis compañeros sanitarios que teniendo, en muchos casos su casa o la de sus familiares afectada por el terremoto se pusieron a disposición de las autoridades para poder ayudar.

Con estos comportamientos no hay motivos para perder esperanza en la persona.