domingo, 29 de mayo de 2011

Correr

Esta semana, en mi trabajo, he hablado con varios pacientes que han vivido en primera persona el terremoto de Lorca. Algunos han perdido la casa, otros la de sus familiares, otros la van a perder.

En todos he apreciado una gran entereza, deseos de arrimar el hombro para que cuanto antes vuelva todo a la "normalidad", aunque son conscientes de que será necesario mucho tiempo.

La sensación de miedo la siguen teniendo, porque es una experiencia muy fuerte.

La realidad es que lo duro empieza ahora, cuando se van retirando los voluntarios, el ejercito, los servicios ciudadanos de emergencias, los medios de comunicación, etc. Son ellos los que tienen que sacar adelante el día a día, incluso con el rápido "olvido" de lo que ha ocurrido.

¡Todo ocurre tan de prisa! No hace un mes que ocurrió y ya hemos pasado a otros asuntos: otras catástrofes (tifones, inundaciones, incendios), las elecciones municipales, los campamentos de "indignados", e incluso la "champion" del Barcelona)

Así somos los humanos, llevamos tanta velocidad en la vida que no se si somos capaces de disfrutar de lo bueno que nos depara lo cotidiano.

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