
Estamos pasando unos días bastante especiales, todo por acontecimientos "negativos"; lo pongo entre comillas a drede.
Todo le ha ocurrido a compañeros de mi trabajo.
Una nuera que se le adelanta el parto y en la ecografía de la niña que va a nacer se detectan posibles alteraciones neurológicas; un hijo de veinte años que le diagnostican un linfoma de Hodgkin, y una niña de dos años con una meningitis vírica.
A día de hoy no tengo noticias de como ha nacido la niña; el chico del linfoma lo ha aceptado muy bien, y el lunes empieza el tratamiento, y la niña de la meningitis está en casa curada.
Son situaciones muy duras. Yo les he dicho a cada uno lo único que podía hacer por ellos era rezar, y todos me lo han agradecido y me han pedido que lo siga haciendo.
El resto de compañeros y compañeras están dando ánimos y diciendo que no hay que perder la esperanza, que hay que tener energía positiva, etc.
Pero pienso que estas situaciones "negativas", sin fe en Dios son muy difíciles de llevar y aceptar, porque creo que son despertadores o toques que nos da Dios (o la vida) para que nos demos cuenta de lo que realmente somos.
Ellos comentaban estos días ¡en un segundo te cambia la vida!, y que verdad tan grande.
Tenemos que saber descubrir que quiere Dios de estas cosas. Pero quien no tiene fe, puede que se desespere, que se acerque a Dios, o que se aleje de El.
Dios no es un ser lejano, ajeno a nuestra vida; es Padre aunque muchas veces no lo entendemos, como un niño pequeño no entiende a su padre cuando le riñe o le corrige.
Dios no quiere el mal, lo permite siempre para sacar cosas buenas aunque no las veamos a corto plazo.
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